jueves, 12 de febrero de 2009

Acerca del dictado y la explicación magistral como estrategias didácticas.

En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su Maestro: «Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado» El Maestro le replicó: «¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?».

Nadie puede descubrir tu propio significado en tu lugar. Ni siquiera el Maestro
(Tomado de "El canto del pájaro" de Anthony de Mello)

De entrada, en mi humilde opinión, tanto el dictado como la explicación de un tema por el docente deberían de utilizarse de forma restringida en el aula. Por ejemplo, en la enseñanza - aprendizaje de la ortografía, el dictado puede ser una actividad útil.

Pero ¿Qué hace un docente del nivel básico o medio dictando un resumen que preparó previamente? ¿Qué hace un docente cuando utiliza la mayor parte de la hora clase en explicar a sus alumnos un contenido cualquiera de ciencias, de lenguaje, de sociales o de matemáticas?

La respuesta a las interrogantes anteriores está dada en la cita inicial de Anthony de Mello; en ambos casos lo que se está haciendo es dar "bagazo" a los estudiantes. Ese bagazo puede ser francamente malo, cuando el docente no tiene un dominio adecuado del contenido; puede ser mediocre o puede ser de buena calidad, pero siempre será bagazo pues, en ninguno de los casos, el resumen o la explicación serán el resultado de un alumnado "masticando" por si mismos los conocimientos e información, poniendo en juego sus conocimientos previos y tratando de encontrar un significado a la información nueva que le ha sido suministrado por el docente o que ellos mismos han buscado en las fuentes disponibles.

Se ha dicho tantas veces que el docente debe ser un propiciador de aprendizajes, que la mayor parte del tiempo de clase debe ser acaparada por la actividad del alumnado, etc. pero tales ideas aun están lejos de regir la práxis de la escuela salvadoreña.

¿Qué se puede hacer? El tema es complejo y pasa por que se den procesos reflexivos y cambios actitudinales en los docentes, por mejorar los mecanismos de asesoría y supervision, fortalecer el liderazgo de los directores y directoras, mejorar la formación inicial y en servicio, educar a los padres y madres y a la sociedad en general para que ejerzan una especie de auditoría social del trabajo que realizan las escuelas. A fin de cuentas, es la sociedad la que con sus impuestos sostiene en funcionamiento el aparato estatal y por tanto, tiene derecho a pedir una rendicion de cuentas y resultados a las escuelas.





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